28 de abril.- La escritura de Herman Melville (Nueva York, 1819-1891) es una fuerza de la naturaleza en palabras, una gram�tica de la que se siente el pulso, una sacudida de p�ginas con la que levantan el vuelo las bandadas (y los bandazos) de la vida.
El mundo y la sociedad est�n tratados como lo que son: una mera posibilidad —muy mera, a veces- de sentirse vivo. El resultado es un viaje y una deriva inevitable, los personajes acostumbran a estar solos, a quedarse solos, y a mirar con desconfianza o con absoluta distancia las reglas con las que se ven obligados a jugar, que no est�n bien ni mal, s�lo que demasiado evidentemente son reglas de un simple juego.
Lo que pasa es que, de todas maneras, hay que jugarlo. Y hay que jugarlo con ganas, mismamente hasta fracasar (que es la forma de felicidad y de sabidur�a que procuran los juegos, como dice el viejo de 'El fracaso feliz').
El resultado es tambi�n una iron�a sensible y desapegada, una crueldad compasiva, a la hora de pintar los asuntos de este mundo y de este coraz�n nuestro. Quiz� la compasi�n es la clave en la literatura de este escritor que tuvo que dejar la escuela a los doce a�os, se embarc� durante su juventud en balleneros y buques de guerra, se meti� en motines y en tribus can�bales, y acab� de inspector en las aduanas del puerto de Nueva York, tras la indiferencia con que fueron recibidas sus novelas, ejemplarmente, 'Moby Dick'. La compasi�n ser� tambi�n el sentimiento clave en la obra de alguien que no pudo ser sino su disc�pulo necesario, Joseph Conrad. La diferencia entre ambos es que Melville se re�a m�s. Se re�a todo el rato, en realidad. Los 'Cuentos completos' que ahora publica Alba (traducci�n y notas de Miguel Temprano Garc�a, sobresalientes), poco conocidos por el p�blico espa�ol, son impagables como cardiogramas de autor.
Escritos de cien modos y para cien prop�sitos distintos, son una revelaci�n palpable de una actitud ante la escritura y ante la vida que se juntaron en una sola. No se nos olvide agradecerlo a la editorial.
Re�rse, sentir, compadecer, no dar un minuto por perdido y llegar hasta el final con algo m�s que decoro, incluso con honor, son cosas que la literatura ha ido perdiendo insensiblemente y que se echan mucho de menos. Por suerte, Melville est� todav�a con nosotros.
27 de abril.- He pasado la vida tan obsesionado por encontrar una campa�a publicitaria ideal para el fomento del libro y de la lectura, que se ve�a venir que tarde o temprano acabar�a dando con ello. Y he dado. �Y qu� es el ello? Nada m�s sencillo: la sospecha. Sospechar de los libros.
A nadie se le escapa la inmensa atenci�n que procuran aquellos o aquello de lo que sospechamos, la manera en que estudiamos sus m�s m�nimos movimientos, la enjundia con que subrayamos, citamos, recitamos y publicamos cada gesto, detalle, error o intentona de lo sospechoso. Imag�nate esto aplicado a Baltasar Graci�n, a Montesquieu, a Heidegger, a Maruja Torres y a la biblia en verso. Obvios y poco mensurables beneficios.
La fuente del hallazgo, el �eureka! propiamente dicho, indiscutible, contundente y luminoso a partes iguales, se sit�a en dos lugares distintos, aunque equivalentes en fuerza inspiradora. El primero se encuentra en el blog de ayer, donde a cuenta de no querer hablar de dos innominados libros, di en levantar sospechas sobre el mundo editorial todo, como sabia y astutamente se�alaba un bloguero. El descubrimiento cient�fico tiene a veces estas cosas, que se entreteje de forma ca�tica con el azar. Ahora piensa en que cada vez que te acerques a la librer�a todos los libros son sospechosos de no gustarme a m�. Horrenda angustia.
El segundo lugar, se halla en el libro de Daniel Cassany, 'Tras las l�neas' (Anagrama), que analiza las claves de la lectura contempor�nea. Este ensayista y profesor de la Pompeu advierte al lector de lo siguiente:
«Para ponerte en esta situaci�n de duda permanente, me he inventado un ingenio. Es sencillo: mentir� tres veces. He dejado escapar premeditadamente tres falsedades. Son tres puntos concretos y flagrantes. Est�n repartidos a lo largo del libro. Tu trabajo consiste en encontrarlos. As� deber�s mantener una actitud cr�tica durante toda la lectura. �Qu� c�mo sabr�s al final cu�les son falsedades? En mi web. All� colgar� un documento con la soluci�n. �Qu� te d� la direcci�n de mi web? Tendr�s que arregl�rtelas solo. En el cap�tulo 12 hay algunos consejos. Es f�cil. �Qu� cu�l es el premio? No hay. O s�: haber jugado a creerse menos ciegamente lo que dice un libro serio...». No me digan que no es de aplaudir, lo de Cassany. Espero sus aplausos en forma de argumentos desarrollados sobre el asunto.
PDT. Ma�ana, libro del mes. No se me vayan a puentear sin echarle un ojo a la magnificencia que se enaltece ma�ana.
Lars von Trier. Foto: (Lionel Cironneau � AP)
26 de abril.- Complicada, esta sensaci�n menos de 'd�ja vu' que de actitudes imitativas, impostaciones, falta severa de lenguaje propio... El caso es que llevo una semana d�ndole vueltas a rese�ar como al socaire (el estilo de la casa, ya saben) un par de novelas de autores espa�oles muy bien considerados por todo el mundo. Y al final va a ser que no. Me ha pasado un poco como suele pasarme con las pel�culas celebradas de aqu�, que tengo la impresi�n de que salen de haberse atascado en el videoclub y de no haber encontrado la salida hacia la experiencia personal. Ni siquiera hacia la bibliograf�a personal. Ya lo siento. Pero puestos a mentiras piadosas o a fintar, ya tengo a mi hijo de diecis�is, que se me viene de Kentucky en dos meses y me da que no estoy preparado. (Mi novia, para qu� voy a contarte).
Es como si no fuera de verdad, esa impresi�n. Lo de esas novelas y pel�culas, digo. Y es que puede que la verdad salga de vivir en un sitio que te crees que es de verdad, comprometerte con �l y rajarle la tripa (a lo Vallejo y Colombia, digamos, o a lo Baudelaire y Par�s ). O de quedarte simplemente sentado en tu sill�n de orejas de verdad, sin esperar que te llame Javier Rioyo o tu agente con una oferta que te quite de hipotecas.
Claro, que si el sitio fuera de verdad, eso ayudar�a mucho. Los sitios de mentira quiz� hagan que escribas de mentira, como si no fueras de ah�, o sea, de tu escritura, como si en realidad vivieras en otro sitio y escribieras desde �l. Lo que pasa es que a lo peor ese otro sitio no existe m�s que en tu cabeza y entonces resulta que te has vuelto majara, siendo lo peor de todo que la gente te haga m�s caso que nunca. As�, ni te ayudan ni te curas.
Por ejemplo, te crees que eres Faulkner o Bret Easton Ellis, lo que pasa que traducidos, o John Ford o Lars Von Trier, lo que pasa que con tu infancia en La Alcarria, de modo que no existen aunque t� te creas ellos, y es cuando empiezas a vivir en pa�ses imaginarios.
En fin, que yo todo esto lo ignoro. Lo �nico, que me parece que no me va a dar la gana hacer la rese�a de las novelas que no he mencionado, aunque lamente el tiempo que he perdido. Si bien cabe la posibilidad de que no lo haya perdido, porque como dice la canci�n, nunca el tiempo es perdido.
Nota al texto. Un pa�s de verdad es aqu�l en que la cuota de predecibilidad supera en algo a la de sobresaltos, por poco que sea ese algo. Pero un pa�s de mentira no es exactamente la inversa, m�s sobresaltos que predecibilidad, sino cuando adem�s el sobresalto se ve venir y de todas formas te sobresaltas como si fuera un sobresalto y no una cosa que ve�as venir. �No?
25 de abril.- Aqu� les adjunto unas notas del arquitecto y profesor colombiano Carlos Urbina sobre �La Virgen de los sicarios� (Alfaguara), de Fernando Vallejo, que viene a cuento de cosas pasadas. Amablemente nos las presta, para mayor consistencia de nuestros juicios acerca de Colombia. De paso, lean ustedes al autor Vallejo, a menudo tan romo, deshilachado o genial como la realidad de la que habla. Ah� va:
"Puedo establecer, con precisi�n, el momento en que me convert� en un muerto vivo", dice Fernando y empieza a contarnos la tarde en que �l y Alexis se encontraron un perro moribundo en un arroyo. Alexis, el �ngel exterminador, el �ngel de la muerte, sicario experimentado, a pesar de sus diecisiete a�os, con m�s de cien o doscientos muertos a cuestas no es capaz de matar un perro. Le toca a Fernando. Pum. Y luego se pone el rev�lver en el coraz�n, para terminar de una vez por todas con esa existencia desquiciada. "Sigue t� matando s�lo, que yo ya no quiero vivir". Pero Alexis vuelve a impedir que se mate, como cuando tuvo que dispararle toda la carga del "fierro" al televisor para que Fernando no se partiera de un balazo el coraz�n. "Ni�o, pr�stame tu rev�lver que ya no aguanto. Me voy a matar", le dijo aquel d�a.
Y as�, sin un tiro para aquel coraz�n da�ado, y en medio de la mierda que bajaba por una de esas quebradas que atraviesa Medell�n, los dos se quedaron llorando la muerte del perro. Fernando: "Es que los animales son el amor de mi vida, son mi pr�jimo, no tengo otro, y su sufrimiento es mi sufrimiento y no lo puedo resistir". �Y Alexis, t� por qu� llorabas?
Fernando y Alexis, una historia de amor en ese Medell�n, la ciudad m�s violenta del mundo, "la capital del odio", "la ciudad maldita"..., la ciudad de los muertos vivos sobrevolada por la danza negra de los chulos. La ciudad a la que Fernando regresa despu�s de mucho tiempo, ya viejo y dispuesto a morir. Encuentra en una reuni�n a Alexis, un sicario "en el paro", de quien se enamora inmediatamente. Se inicia entonces un errar por ese Medell�n de los recuerdos, mostr�ndole lo que no queda, reconstruyendo para Alexis c�mo era aquello en otros tiempos. A la vez, el propio Fernando va descubriendo el nuevo paisaje urbano, producto inmediato de la guerra del narcotr�fico pero impregnado, para siempre, del lastre de la corrupci�n estatal, de las guerras entre partidos, de los desplazamientos de campesinos, de la complicidad de la iglesia cat�lica en la injusticia social, de la incesante espiral de venganzas, de los resentimientos sociales... de todo aquello que en Colombia se engloba bajo el nombre de ‘violencia’. Medell�n, alias ‘medallo’ o ‘metrallo’, es una Colombia chiquita, un microcosmos. Y ese microcosmos tambi�n se sorbi� la vida de Alexis. Asesinado en mitad de la calle.
El desesperado es aquel que ha roto la promesa de espera y se impacienta porque ve la imposibilidad de realizar su deseo en el presente. El desesperado es alguien desgarrado, que ya no tiene ninguna confianza en lo que le espera ni en los dem�s, para quien el otro se convierte finalmente en infierno.
El desesperanzado no es un desesperado en el sentido arriba mencionado, sino alguien que ha hecho un trabajo por apartar de s� toda esperanza. La desesperanza es el presente mismo. Nada que esperar de nada. Pero tambi�n nada que temer. Desesperanza: no hay otra salvaci�n que renunciar a toda salvaci�n.
Javier Mar�as en una imagen de archivo. (Foto: Carlos Miralles)
24 de abril.- Hace un par de a�os escrib� en ABC una columna sobre el beneficioso efecto de tratar legalmente a los libros como a las drogas duras, o sea, en plan prohibirlos. Se la pensaba poner a ustedes aqu�, pero la antimateria del ordenador debe de hab�rsela tragado. Esto viene a cuento de las pol�micas anuales sobre libros y lectura, de tipo conmemorativo, que se celebran cada vez que llega el D�a del Libro o similares. Este fin de semana, en consecuencia, ha sido rico en este tipo de experiencia. Hasta Javier Mar�as se ha sumado con lo siguiente:
«Los defensores del libro deber�an ser m�s arrogantes, exhibir m�s seguridad, presentarlo como algo envidiable que no est� al alcance de cualquiera (si econ�mica, pero no intelectualmente), y hasta atreverse a compadecer a quienes no los frecuentan, pobres y disminuidos diablos. Nada atrae tanto como lo que se muestra indiferente y aun desde�oso, se hace de rogar, se pone dif�cil. No s�, tal vez esto tampoco sirva, pero, vistos los efectos de la actitud contraria, de la pedig�e�a, tristona, resentida y s�rdida, es al menos una idea. Aunque sea antigua.». (El Pa�s de este domingo).
Les dejo a ustedes el comentario de texto, si les apetece. Por lo dem�s, y a estas alturas, todas las defensas del libro, bienintencionadas, inversas o perversas me recuerdan a aquellas homil�as de pubertad sobre la pureza de sentimientos, cuando el personal ya llevaba bastante tiempo pel�ndosela.
El Rey saluda al escritor mexicano Sergio Pitol antes del almuerzo. (Foto:EFE/Ballesteros)
21 de abril.- Por segundo a�o consecutivo, los Reyes ofrecieron un almuerzo en el Palacio Real al mundillo literario. Unos noventa invitados. El menda estuvo all� con su traje de alquiler, o sea, que lo que viene a continuaci�n es ver�dico. De entrem�s, Don Juan Carlos ley� un par de folios sobre que las obras literarias abren nuevos campos de significaci�n y nuevas perspectivas. Por lo que a m� se refiere es correcto, pero tambi�n estaba �ngela Vallvey. En todo caso, el discurso, bajo aquellos frescos de Ti�polo, junto a aquellos tapices de la Real F�brica de Toledo y tintineando en aquellas copas con cenefa, ten�a toda la pinta de ir en serio.
Mientras tanto, a un servidor lo hab�an colocado entre el secretario general de la Casa Real, D�ez Hochleitner, y el jefe de seguridad del mismo establecimiento, un coronel del ej�rcito que hab�a le�do de esp�as m�s que yo. Mientras los dem�s depart�an sobre el punto de vista en la novela y sobre que hace dos a�os que no se vende un libro en este pa�s, yo me enter� de que est�bamos sentados a la mesa m�s grande del mundo, que en los s�tanos de palacio hab�a sesenta y cuatro kil�metros de tapices, y que el comedor m�s bestia jam�s conocido estaba en el palacio presidencial del ex dictador rumano Ceaucescu, el �nico que superaba al presente. Y que si la mesa se desplegaba llegaban a caber 150 invitados. Esto de parte de D�ez-Hochleitner.
Con el alto mando de seguridad situado a mi derecha me puse a profundizar sobre la naturaleza de su cometido. Le pregunt� si la seguridad era una carrera y cu�les eran las materias troncales. Me contest� que en realidad era un arte y que su saber se transmit�a de viva voz, si bien deb�an haberse estudiado cosas relacionadas. Mismamente como la Escuela de Humanidades, lo que me congratul�.
A lo �ltimo un brindis, y a tomar caf� al saloncito de tomar caf�. Y aqu� viene el dato, la informaci�n period�stica propiamente dicha: el Rey se larg� un puro y los camareros invitaban a cigarrillos en cajita de plata . �Pero no est�bamos en las dependencias de una instituci�n, para m�s se�as perteneciente a Patrimonio Nacional, ni siquiera a la Casa Real? No quiero ser cr�tico con la Corona, pero a m� no me dejan fumar en el trabajo y al Rey, s�.
Estaba yo rumiando este tema cuando se apareci� V�ctor Garc�a de la Concha y me espet� que el Congreso de las Academias de la lengua espa�ola iba a celebrarse en Medell�n (Colombia), que es el sitio de las novelas de Vallejo, de los sicarios y del desmadre en ese pa�s sin estado. Y luego dir�n que la de acad�mico no es una profesi�n de riesgo. Como, adem�s, le tocaba inaugurarlo al Rey y como adem�s yo ya estaba puesto en el tema, le pregunt� por la seguridad y me contest� que la seguridad ser�a la leche. Es decir, un arte. Me tranquiliz� bastante comprobar que Garc�a de la Concha estaba en la onda.
El resto del tiempo lo pas� pensando por qu� hab�a ca�do yo entre el secretario y el jefe de seguridad, y por qu� el director de la Academia me contaba aquellas cosas. Hasta que llegu� a la conclusi�n de que evidentemente se me consideraba peligroso y de que este blog empezaba a tener consecuencias.
Luego, dio la hora de irse y me fui vigilando las espaldas.
20 de abril.- Continuamos con ensayo-ficci�n. Pepe Monteser�n gan� el Premio de Ensayo Juan Gil Albert con �La conferencia. El plagio sostenible�, que ahora edita Lengua de Trapo (esa editorial que si se hubiera dedicado al ojeo de futbolistas, ser�a multimillonaria). Va m�s de en general que lo de Rafael Reig, pero es tambi�n un intento de adentrarse en temas ensay�sticos �en este caso, los ecos literarios a lo largo de la historia de la literatura- a trav�s de peripecias noveladas. Espero que �Soldados de Salamina� no haya creado un s�ndrome. Ser�a lamentable.
No he acabado de pillarle el gusto a lo de Monteser�n, si bien cabe decir que el autor da la impresi�n de ser un lector bul�mico, aunque tiene su epigastrio erudito bajo control. Dig�moslo pronto: tanto la peripecia como el an�lisis tienen una tendencia a la dispersi�n, a perderse en los flecos, a vagabundear, que hacen que el libro sea mejor mediante lectura por calas que mediante lectura seguida. Monteser�n es agudo y escribe bien. Pero con eso no basta. Adem�s, hay que estar seguro de querer hablar de lo que uno habla. �Lo llamamos «s�ndrome de Salamina»?
De todos modos, ah� va una cala. El autor (m�s o menos imaginario) env�a un libro a las editoriales y recibe las siguientes respuestas con remites reales:
"Alba (Menchu Sol�s): `Lamentamos tener que informarle que no nos animamos a asumir la publicaci�n de su manuscrito ya que no responde a lo que estamos buscando. En cualquier caso, nos gustar�a seguir su trayectoria literaria�.
Alfaguara y Altea (Elena Fern�ndez-Arias): `Gracias por habernos dado la oportunidad de leer esta obra tan bella. Hac�a mucho tiempo que a la editorial no llegaba un manuscrito parecido: lleno de sensibilidad, magn�ficamente escrito y sumamente original, pero, lamentablemente, no encaja en nuestras colecciones�.
Anagrama (Marta Cort�s): `Sentimos comunicarle que debido al exceso de t�tulos ya contratado, no nos resulta posible incluirlo en nuestra programaci�n, sin que ello suponga un juicio negativo de su obra�.
Debate (Constantino B�rtolo): `Sentimos comunicarle que su obra no entra en nuestros planes de publicaci�n. Por supuesto que esta decisi�n responde a nuestros criterios y por tanto tiene ese valor. La historia de la literatura est� llena de errores editoriales�.
Espasa (I�aki D�ez de Ulzurrun): `Lamentablemente no podemos considerar su publicaci�n dentro de nuestros planes editoriales. Esperamos que no considere esta decisi�n una valoraci�n sobre los intereses literarios del mismo�.
Lengua de Trapo (Pote Huerta): `Es un libro con muy poca salida editorial, pero seguro que consigues que salga publicado�."
Indudablemente, el g�nero literario del rechazo editorial est� muy poco evolucionado. An�mense y escriban su propia carta de rechazo.
* Comience a leer 'La conferencia. El plagio sostenible', de Pepe Monteser�n(Lengua de Trapo)
*Recomendado: Lea el s�ptimo cap�tulo 'La conferencia. El plagio sostenible', de Pepe Monteser�n(Lengua de Trapo)
El 'Manual de literatura para can�bales' (Debate), de Rafael Reig, es una historia de la literatura en espa�ol de los �ltimos dos siglos (llega hasta 2012) bastante divertida, si bien a ratos un poco pasada de parodia. En otros, penetra con limpieza y profundidad en algunos asuntos de raigambre. Sigue
La Comunidad de Madrid acaba de inventar 'La noche de los libros': 200 actividades desde las cinco de la tarde (esa hora taurina) hasta las dos de la madrugada. A m� se me ha venido a las mientes el viejo chiste del toro y el torito, que algunos de ustedes recordar�n:
Pues esto de unas breves vacaciones y luego volver al trabajo a m� me recuerda lo de intentar dejar el tabaco (y volver a �l). Sigue
Uno. La Conferencia Episcopal, a prop�sito de la boda gay de Ourense, denosta el �exasperado pansexualismo� en Espa�a. Sigue
M�s amor, pero blandito, sin filtros ni epopeyas, tristanes ni isoldas, pueden ustedes encontrarlo en �La historia del amor� (Salamandra), de Nicole Krauss. Viene arropado por palabras de Coetzee (dedicado �ltimamente a ungir todo lo que pilla): �Un libro cautivador, tierno y muy original�. Puede ser, yo no digo ni que s� ni que no, pero s�lo a las dos primeras cosas. Sigue
![]() |
![]() |
Una cr�tica al aburrido discurso cultural dominante. Con "recomendados", "contraindicados" y "grandes citas".
Victoria Prego
Pol�ticos y pol�tica vistos desde cerca. Un marcaje apasionado pero implacable a nuestros servidores p�blicos.
El descodificador
Los �dolos de la "caja tonta" pasados por la "turmix"
de la iron�a.
Blog, James Blog
Las pel�culas, los actores, los mitos... Sepa m�s de cine que sus amigos, entre en Blog, James Blog.
Ciudadano M
Tus noticias, recomendaciones y cr�ticas sobre Madrid y su comunidad.
Convi�rtete en periodista.
Sexo
Para libidos hibernadas o para amantes inquietos, la sexualidad que emana este blog resulta apta para todos los p�blicos con inter�s por disfrutar de su cuerpo y del de su compa�ero/a.
Gadgetoblog
C�maras, m�viles, mp3, PDAs, ordenadores... conozca los �ltimos y m�s sorprendentes aparatos que llegan al mercado tecnol�gico.
Consulte los temas anteriores de El escorpi�n
![]() |
![]() |
© Mundinteractivos, S.A. / Aviso legal / Política de privacidad